El segundo
día de labor oficial en su estadía en USA no fue silencioso para la Presidente
argentina. Desacostumbrada a toparse en público con preguntas que la enfrenten
con la realidad, Cristina Fernández se mostró desencajada frente a
cuestionamientos a su recitado, llamado libreto. Los pormenores de una tarde
desapacible.
por JORGE
HÉCTOR SANTOS 26/09/2012
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Web: santosjorh.blogspot.com.ar
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CIUDAD DE
BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Después de mucho tiempo, ya uno
perdió la cuenta de cuánto, la presidente de la Argentina contestó preguntas NO
a periodistas, sino a estudiantes universitarios estadounidenses.
El ámbito de
semejante suceso –Cristina no debe haber brindado más de 5 conferencias de
prensa en 5 años de gobierno vs. por ejemplo, el Presidente de USA, que brindó
alrededor de 400 diálogos directos con periodistas en 4 años- fue nada menos
que la Universidad de Georgetown.
Georgetown
University es una casa de altos estudios católica, de la orden de los jesuitas,
ubicada en Washington D. C.
Ese templo
de la enseñanza es uno de los más prestigiosos del país del norte y de ella egresaron,
entre otros, Bill Clinton (promoción 1968), ex presidente de Estados Unidos
entre 1993 y 2001; el príncipe Felipe de Borbón, heredero de la Corona de
España; y Abdalá II, actual rey de Jordania.
La ceremonia
con la Jefa de Estado argentina se dio en el marco de la inauguración de la
"Cátedra Argentina", que tendrá como eje la agenda bilateral con los
Estados Unidos (curioso porque la Argentina es el país más antiestadounidense
de Sudamérica, de acuerdo a encuestas).
Cristina
utilizó su clásico atril, permanente en cuanta alocución da, pero en este
evento Made in USA, el acto contó de dos partes.
La primera
no ofreció muchas novedades.
Cristina
repasó la historia argentina de acuerdo a su relato.
Ficción
donde todo lo anterior a la llegada de la dinastía Kirchner a la Casa Rosada
fue malo en el país, hasta que su difunto marido y ella luego, cual película
yankee, arribaron desde el sur para salvar a la nación en una gesta heroica.
Esta
telenovela, la cual la mayoría de los argentinos ya conocen de memoria por
cuanto se repite más que los episodios de “Casados con Hijos” en la pantalla de
Telefe, tuvo alguna adaptación de la autora de acuerdo al lugar en que se
encontraba y llegó a decir que la Constitución nacional es “una copia”
de la estadounidense (la de 1853, no la de 1994, habría que explicarle).
Lo dicho,
sin duda, merece que cualquier argentino, con dos dedos de frente, se pregunte
para qué, entonces modificar la Constitución, tal como pretenden los
cristinistas más obsecuentes, si el país Nº1 del mundo sigue con la misma letra
y ocupa el 1er. lugar del podio, mientras Argentina lo mira desde muy, pero muy
lejos.
Más audaz
aún, Cristina llegó a comparar la guerra de Secesión con la batalla de Caseros.
Jugando de
visitante invitada se atrevió a expresar que "el único lugar de América
donde no hay golpes es en Estados Unidos, y eso es porque no hay ninguna
embajada americana".
Una broma
para tribuna lugareña de barrabrava que Cristina Fernández suele manejar, pero
muy lejana a lo que una primera mandataria puede alegar en cualquier lugar de
un mundo con normas y principios.
Cristina una
vez más criticó con total impunidad la década de los años '90, como si Carlos
Menem no hubiera sido un presidente peronista y además el que tanto ella como
su esposo denominaron el mejor de la historia argentina.
En otro
párrafo apeló a su latiguillo donde se lamenta no tener la máquina de imprimir
dólares, como si le fuera poco disponer con total albedrío de la máquina de
emitir papeles de colores que cada día valen menos, como lo es la vil moneda
local.
No podía
estar ausento el culto a Él, de esta manera:
"Néstor
Kirchner logró la transformación política, económica, social y educativa más
importante de la que se tenga en cuenta con la escala en la que se la
mida".
La jefa de
Estado cerró su libreto, adaptable a la cartera de la mujer y al bolsillo del
caballero, señalando que "es imposible contentar al 100% de la población,
sobre todo cuando esas medidas perjudican a sectores que gobernaron en otros
momentos".
Cabría
preguntarse si la presidente aludió a los miles y miles de argentinos que
marcharon el 13S, que componen la clase media, y a los que ella mandó llamar a
sus fieles servidores “la oligarquía”.
La segunda
parte fue la puso a la presidente en una situación de franca y notoria
incomodidad. Se la notaba extremadamente nerviosa y contenida para evitar
demostrar su irritación.
No era para
menos. Ella no está acostumbrada a que le cuestionen el guión de su país de
fantasía.
Un
estudiante norteamericano le preguntó a la presidente: "¿Por qué con
nosotros habla y no con la prensa de su país?"
En la maraña
de una dilatada respuesta propia de quien quiere justificar lo injustificable
Cristina, en síntesis, le respondió:
>
"En Argentina hablar con la prensa es no decir lo que quiere escuchar. A
algunos periodistas no les gusta lo que les respondo".
>
"Los gobernantes no estamos para responder o para hacer centro de nuestra
gestión dar respuestas. Lo que debe hacer un gobierno es garantizar la
publicidad de los actos, que es obligatorio".
Otro alumno
metió el dedo en llaga de las mediciones “truchas” que instaló el
gobierno a través del manoseado INdEC.
Hurgueteando
en el baúl de las respuestas a preguntas que desacomodan, Cristina manoteó y
encontró estas salidas, algunas de ellas temerarias:
Calificó a
las estadísticas oficiales de “científicas y profesionales”, y
descalificó las mediciones realizadas por las consultoras privadas.
Reconoció
que “hay algo de inflación”, pero no “las cifras inconsistentes y
absurdas que algunos publican”.
Llegó a
cuestionar las estadísticas de EE.UU. preguntando al alumnado presente:
"¿Realmente
ustedes creen que el costo de vida se incrementa un 2% en su país?"
Vale
recordar que el índice de precios de consumo (IPC) o inflación en Estados
Unidos se elevó en 0.6029% durante el mes de agosto 2012, en relación con el
mes anterior; y que en lo que va de los últimos 12 meses, el costo de vida de
los habitantes estadounidenses ha subido al 1.7%.
Dijo
también:
>
“Nuestro gobierno no es un modelo de metas de inflación; es de metas de
crecimiento”.
>
"El FMI está ensañado con la Argentina porque nos ha tomado como el mal
alumno", en defensa al cuestionamiento que el FMI hace de los números del
INdEC.
>
"El Fondo Monetario no habla sobre la tasa de inflación sino sobre las
estadísticas. La señora Christine Lagarde sacó la tarjeta roja y yo creo que
hay una postura de mucha oposición a la Argentina. Yo pregunto cuáles son las
estadísticas de España".
Negó que la
inflación llegase al 25%, advirtiendo:
“Si la
inflación fuera del 25% el país estallaría por los aires”.
Y como si
esto fuera poco, frente a un auditorio informado que asistía absorto a lo que
Cristina Fernández argumentaba, la funcionaria a cargo de Ejecutivo nacional,
desafío diciendo:
"¿Cómo
miden las estadísticas aquí en Estados Unidos? No tienen ni idea".
Para cerrar
semejante calvario por el que transitaba, un estudiante venezolano, que
seguramente con su familia debió emigrar de la dictadura chavista, cuestionó a
Cristina respecto de la posibilidad de que Hugo Chávez no acate la decisión de
las urnas del próximo 7 de octubre, si es que Henrique Capriles se alzara con
el triunfo.
Cristina
Fernández viuda de Kirchner, manifestó:
>
"No hay antecedentes para pensar que Chávez no va a respetar un
resultado"
> “El ha
respetado siempre las decisiones del pueblo. Yo lo cargo mucho, es mi amigo y
eso es público y notorio, pero no debe haber presidente latinoamericano que
haya pasado más elecciones que Chávez”.
> “No se
puede poner en duda la concepción democrática de Chávez después de 14
elecciones y después que le ha tocado perder”.
Un trago
amargo para una mujer que no admite que nadie la cuestione.
Un paso por
una Universidad que la puso nerviosa a Cristina, demostrando que no es lo mismo
el monólogo al que tiene acostumbrado a los argentinos; que enfrentarse con la
realidad que dista demasiado de su Argentina mágica; esa que solo existe para
ella y para sus fanáticos.
Mañana, la
Universidad de Harvard la aguarda, pasará por otro momento aciago o evitará las
preguntas.
Si deja que
los alumnos le pregunten, otro mal trance obligará la primera magistrada a
toparse con la gente pensante que ella detesta.
Por el contrario,
si Cristina evita responder dará clara señal de ser intolerante, autoritaria;
ni más ni menos que lo que muchos piensan en estas latitudes y más allá
también.
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