por JORGE
HÉCTOR SANTOS 22/10/2011
Twitter: @santosjorgeh
Youtube: youtube.com/user/jorgehectorsantos
Web: santosjorgeh.blogspot.com.ar
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CIUDAD DE
BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). La Argentina es un país
inentendible para quienes observan cómo un gobierno con fuerte tilde
autoritario y con posibilidades de perpetuarse en el tiempo, va a ser reelecto
por una inmensa mayoría.
Sin embargo
y para complicar aún más un escenario desconcertante, la fuga de capitales es
incesante, aún con una elección con resultado más que previsible.
También los
votantes que apostarán por Cristina, en buena parte, saben que el futuro
mediato en materia económica es incierto.
Dentro de un
contexto psicótico no es raro tener una oposición dividida y mezquina que
aumente un desconcierto generalizado a pesar de la certeza del resultado del
domingo próximo.
El país de
Belgrano, San Martín, Sarmiento, Roca, etc. pasó a ser el de Cristina y Néstor
Kirchner, casi en reemplazo de Evita y Perón.
Cristina en
el gobierno, con todo el poder y Néstor en monumentos, mausoleo y nombres de
avenidas, calles y plazas es la escenografía que domina el país.
Uno de los
derechos asegurados por la Constitución y que hacen a la esencia de los
derechos humanos es la libertad de expresión. Esta entrará, después de las
elecciones, en una etapa de grandes interrogantes.
El ir por
todo de Gabriel Mariotto es ir en contra de todos aquellos medios
independientes que critiquen al gobierno.
Esta
situación la Argentina la vivió en la presidencia de Perón y el general muerto
se convirtió en un dictador elegido por el voto popular. Lo mismo que sucede en
la Venezuela de Hugo Chávez.
Con 10 años
de vientos de cola que se están frenando, ausencia de gestión con mentiras
repetidas hasta el hartazgo por una maquinaria informativa al servicio del
poder, enfrentamientos entre argentinos entre K y anti K promovidos desde el
gobierno; llegar a este nivel de riesgo futuro es llevar a 40 millones de
argentinos a una fragmentación aún mayor que la actual con resultados
imprevisibles.
Tendrá la
presidente la cuota de lucidez necesaria para descomprimir semejante cuota de
fanatismo por someter al que piensa distinto.
De ella
depende la suerte de una sociedad que la votará con una miopía propia de un
electorado cortoplacista.
El mundo nos
mira absorto.
Es de
esperar que el buque de carga que se aproxima con más cantidad de contenedores
repletos de venganza, fanatismo y revanchismo no llegue a destino.
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