En días de
frío, tormentas y vientos precipitan la impresión que el arrasador huracán
‘Cristina’ terminará siendo una tormenta tropical más, como tantas otras
montadas por un gobierno que crea realidades ficticias que el pueblo no compra,
desprecia y castiga en consecuencia.
por JORGE
HÉCTOR SANTOS 02/08/2011
Twitter: @santosjorgeh
Youtube: youtube.com/user/jorgehectorsantos
Web: santosjorgeh.blogspot.com.ar
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CIUDAD DE
BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Un ciclón tropical es un sistema
de tormentas caracterizado por una circulación cerrada alrededor de un centro
de baja presión y que produce fuertes vientos y abundante lluvia. Los ciclones
tropicales dependiendo de su fuerza y localización pueden ser entre otras
formas un huracán o una tormenta.
El ciclón
tropical es típico de las regiones tropicales del planeta y produce vientos,
olas extremadamente grandes y fuertes, tornados y lluvias torrenciales. Sus
efectos en poblaciones y embarcaciones pueden ser catastróficos.
La temporada
de huracanes en el Atlántico, Caribe y Golfo de México comienza el 01/06 de
cada año, debido al calentamiento del agua durante el verano, y se extiende
hasta el 30/11.
Lejos de las
posibilidades de que esto suceda en las costas argentinas y mucho menos en
épocas invernales como las actuales donde los fríos días se vienen prolongando,
un huracán llamado Cristina se venía anunciando iba a soplar
casi inexorablemente en todos los distritos electorales del país en el lapso en
que este fenómeno se da en las áreas que se describieron arriba.
El pomposo
huracán Cristina no solo tenía nombre sino que también gozaba de
eslogan el que daba por descontado que el fenómeno meteorológico/ político
iba a ganar sí o sí arrasando en cada uno de los comicios.
Hasta aquí,
el huracán entró en tierra convertido en tan solo una lluvia tropical suave
en pocas provincias con incidencia menor en los números grandes y ni
siquiera descargó ni una suave llovizna en los centros poblaciones de mayor
impacto nacional, más allá de la estratégica provincia de Buenos Aires.
Un medido
aire de satisfacción individual y colectivo existe en las poblaciones donde los
votantes resolvieron demostrar con su sufragio que el huracán era un cuento más
de los tantos que ha montado el matrimonio feudal instalado en la Rosada hace
más de 8 años.
La bronca
que acumula la Presidente es indisimulable, en especial por ser ella dueña de un
caudaloso patrimonio de soberbia, rencor, animosidad y de una manera de
ejercicio del poder que solo reconoce a quienes le acercan triunfos y
actitud subordinada -cual paje- a sus pensamientos, decisiones, caprichos y
formas. Los que no se someten a sus designios pueden ir de desestabilizadores
hasta enemigos, a quienes solo les corresponde el destierro o la pelea a
muerte.
El que
ciertamente se ha convertido en forma precipitada en un huracán previsible
(alguna vez iba a soplar) pero ciertamente inesperado por la convergencia de
factores que lo alimentan es el llamado ‘Kalamidades’.
‘Kalamidades’
viene acumulando sumatoria de vientos en contra a lo largo de una gestión
gubernamental ineficiente, desprolija y que enloda más de la cuenta de actos
sospechados de corrupción a muchos integrantes del poder central.
En los
últimos tiempos quedaron salpicados por hechos de bochornosa mano grosera
metida en la caja mayor de fondos públicos las propias alidadas centrales de
los Kirchner, las mismísimas Madres de Plaza de Mayo.
Cómo el
gobierno y Hebe de Bonafini podían desconocer que Sergio Schoklender
manejaba en forma discrecional cifras multimillonarias de fondos públicos, en
beneficio propio y quizás también de algunos otros funcionarios del Ejecutivo y
de la Fundación, destinados a viviendas sociales que nunca se hacían.
Cómo obviar
que obreros de Madres iban a terminar reclamando por sueldos adeudados en las
tradicionales rondas de los jueves que se realiza en la plaza frente a la Casa
de gobierno.
Esta causa
guarda el sueño de los injustos por estar en manos del juez Norberto
Oyarbide, cosa que el escándalo no se precipite antes de las elecciones si
es que el caso termina recorriendo el camino de la justicia debida.
Otro de los
puntos que el gobierno podía lucir como meritorio es la composición de la
Suprema Corte de Justicia pero justamente el miembro más afín a Cristina, Eugenio
Zaffaroni (a quien hasta se mencionó como uno de los posibles acompañantes
de la Presidente en el lugar que finalmente ocupa Amado Boudou)
reconoció que posee 15 departamentos en el área metropolitana de los que
al menos 6 están alquilados y sus inquilinos los utilizan como prostíbulos.
Otro de los
escasos aliados que mantiene el gobierno, Hugo Moyano, no solo está
golpeado por la marginación de los gremialistas en las listas armadas por
Cristina, sino también por la justicia -complaciente- también en manos de
Oyarbide.
Las 4
muertes en Jujuy integran el grupo de ya 14 personas que perdieron la vida a
manos de la represión del
gobierno de la Presidente, más un conflicto no resuelto y que cobra una
complejidad muy grande porque destapa la abultada deuda social del ‘modelo’
al que hace referencia en forma constante la Presidente.
Un ‘modelo’
basado en un crecimiento fenomenal de la economía desde 2003 gracias a los
extraordinarios precios internacionales de los productos agrícolas, en especial
la soja, sumado a un dólar muy barato en el cercano Brasil.
Semejante viento
a favor no fue aprovechado para disminuir la pobreza en el que viven el 30%
de los argentinos y un 20% más que se debate en cómo escapar de caer en ella.
Desde 2007
con la intervención del INdEC se comenzó a esconder una inflación que sigue
trepando y que el
gobierno no combate sino que alimenta; la que sumada a los controles de
precios; a la política de subsidios; a la reactivación del consumo sin más
inversiones; a la enorme expansión monetaria; a la destrucción del stock
ganadero, de las reservas de gas y petróleo; a la fuga de capitales; a la
pulverización de las reservas del BCRA; al atraso tarifario de servicios
públicos fueron armando un coctel explosivo -que quizás el común de la
población no perciba por el momento-, al que habrá que enfrentar con los costos
políticos y sociales que ello implica.
Los enormes
recursos del erario que se destinan a fines absolutamente electoralistas y de
difusión de la realidad cambiada como los que se aplican al mantenimiento
del monopolio informativo oficialista (más grande que el que posee el
multimedios Clarín pero de escasa penetración) o al Fútbol para Todos, y
a tantos otros fines similares son parte de una lista de insensibilidades
gubernamentales frente a la grave crisis social que hay que solucionar y que el
oficialismo no atiende.
En síntesis:
El huracán Cristina,
en lugar de ser lo que prometía se convirtió hasta aquí en un salvavidas de
plomo para sus diferentes candidatos. Su conocido y repetido ‘Cristina ya
ganó’ entró en el laberinto de la duda.
La realidad
supera a la ficción montada por el armado cristinista y el voto popular lo
recoge hasta aquí, a pesar de las absurdas imputaciones de que los medios como
Clarín y La Nación son los culpables de que la gente vote como lo viene
haciendo.
El camino de
la reelección dejó de ser un paseo triunfal, más por los despropósitos K que
por mérito de los opositores.
Los negros
nubarrones dibujan en el horizonte que nuevos tropiezos formarán parte del
repertorio que integra el huracán ‘Kalamidades’.
El discurso
oficial entremezcla idas, vueltas y las prácticas de siempre. El llamado
presidencial a Mauricio Macri se contrapuso con el del ministro del Interior,
Florencio Randazzo, o la despectiva lectura hecha por Amado Boudou del
resultado electoral en la ciudad de Buenos Aires.
Una
oposición mezquina y no a la altura del desafío que el pueblo argentino tiene
por delante le agrega zozobra a la conflictividad política, social y económica.
Hasta aquí el
pueblo está dando una lección de madurez frente a una dirigencia que hace gala
de una ausencia de requerimientos primordiales para las horas decisivas que se
juegan.
Seguirá el
pueblo tratando de poner en caja una democracia que está en deuda con él, y
marcando el rumbo del futuro en silencio y en el cuarto oscuro…
Habrá que
esperar; el tiempo que resta para saberlo no es mucho pero es esencial.
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