Pareciera ha
pasado mucho tiempo desde Cristina ganó las elecciones presidenciales con el
54% y reasumió la presidencia, pero ni siquiera se han consumido los famosos primeros
100 días de gobierno. El país se debate entre el relato y la realidad.
por JORGE
HÉCTOR SANTOS 22/02/2012
Youtube: youtube.com/user/jorgehectorsantos
Web: santosjorgeh.blogspot.com.ar
CIUDAD DE
BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). De aquél 10/12/2011 en que
Cristina Fernández se hizo cargo de su 2do. mandato presidencial han pasado
escasos 73 días. Tiempo agitado y tormentoso por cierto que avizora una duro
ajuste que se vivirá a pleno en marzo y abril próximo. Esa nefasta palabra para
un gobierno que se tilda de progresista, nacional y popular, no existe como
tantas otras en el léxico. En este caso ha sido reemplazada por ‘sintonía
fina’; así como la impiadosa inflación por ‘reacomodamiento de precios’.
El país está
partido entre la realidad y el ‘relato’. Este último está instaurado y
articulado para que el monopolio informativo oficial instale una versión de los
hechos que no se corresponde con la verdad.
De aquella
argentina blindada frente a la crisis internacional y mimada por el viento
de cola durante años, se ha llegado a esta donde la realidad de la mala
gestión del Ejecutivo Nacional muestra a las claras que la mano de Dios jugó a
su favor, al igual que la existencia una oposición inconsistente y fragmentada.
Las penurias
que se presentarán en escena los próximos días con mucha intensidad enrarecerán
el clima social y se topará con una administración que desnudará su fragilidad
para comandar una nave que deberá transitar rebeldes y gigantescas olas.
Si el piloto
de esa tormenta en altamar es Guillermo Moreno no solo delata la escasez de
recursos con que la gobernante cuenta sino lo arcaico de los instrumentos de
los que dispone y en los que se respalda y confía la comandante.
Odio,
rencor, venganza, falta de diálogo, amistades devenidas en enemigos
desestabilizadores, leales puestos en la vereda de enfrente de la noche a la
mañana e inimaginables e improvisados asesores por cuestiones de familia pueden
ser buenos recursos para montar una ficción televisiva de alto rating; pero no
para llevar a buen destino un país por una administración aferrada a un
‘modelo’ que radica en la acumulación de poder en una sola persona.
Cortinas de
humo
El silencio
a veces interrumpido con aclaraciones que oscurecen aún más el clima enrarecido
con que se desenvuelve impunemente el Ejecutivo se apoderó de hechos de extrema
gravedad todos hermanados con el potencial robo de dineros públicos, la maldita
corrupción. En este marco caben desde el Shoklendergate hasta el Boudougate.
En similar
exposición cuelgan de las paredes de la muestra, en diferentes o similares
categorías, las operaciones constantes para destruir el poder de Daniel Scioli;
el insólito desconocimiento de la ministra de Seguridad de las operaciones de
inteligencia que se llevaban a cabo en Gendarmería; la represión violenta a
poblaciones argentinas que salen a defender su vida frente a espurios intereses
que protegen una práctica minera que las amenaza; la tierra de nadie en que se
ha convertido la CABA para que el delito avance en terreno de del potencial
contrincante, Mauricio Macri, en el hoy impredecible y lejano 2015.
Los sucesos
y las cortinas de humo, con los que se quieren constantemente disimular muchos
de ellos, son tantos que muy distantes y casi como una anécdota ha quedado el
voto no positivo del ex vicepresidente Julio Cobos, frente a los actos de
supuesta malversación de recursos públicos que envuelven a su reemplazante,
Amado Boudou, el elegido por Cristina Fernández.
Con otro
propósito pero con similar desatino que las tareas que por encargo presidencial
le fueron encomendadas al vicegobernador de la provincia de Buenos Aires,
Gabriel Mariotto, quien debe imponerle al gobernador, Scioli, cambios a su
política de seguridad; acotándole la influencia de la policía del estratégico
distrito electoral, mediante la creación de la policía judicial; así como
avanzar sobre la Justicia, desdoblando la Procuración General de la Suprema
Corte, con el objeto de dividir la acción de los fiscales y el trabajo de los
defensores oficiales.
Como si esto
no alcanzara, Mariotto, el funcionario afín a la presidente y a La Cámpora,
enemigo declarado de Grupo Clarín y aplaudidor público de los discursos de Hebe
de Bonafini, llegó a crear su propia agencia de noticias, Agencia Periodística
de Buenos Aires (AgePeBA), la cual depende de la Facultad de Periodismo de la
Universidad de La Plata.
Obviamente
esta oficina periodística funciona para destacar la actividad de su mentor, el
embajador de Cristina, y para señalar las diferencias con el ex motonauta.
Nadie puede
oponerse a la afirmación que Cristina Fernández viuda de Kirchner quiere
controlar todo.
A tal
extremo llega esta obsesión de la 1era. magistrada que la agencia de
colocaciones creada y dirigida por su hijo Máximo, La Cámpora, ahora también
alcanzó el control de la multimillonaria publicidad oficial en diarios,
revistas, radios y canales de televisión de todo el país, la cual en 2011 llegó
a $ 1.490 millones.
De esa
preocupación presidencial no escapa el cerrojo para comprar moneda extranjera,
las prohibiciones o limitaciones de importaciones y tantas otras medidas que
han convertido al país en uno de los más criticados por la implementación de
las mismas.
Es que las
necesidades financieras producto del excesivo gasto público son tantas que aún
cuando en 2011 el gobierno nacional recaudó $ 540.000 millones más lo ingresado
por las provincias y municipios y si bien esa voluminosa cifra es 10 veces más
alta que 10 años atrás (en términos nominales) la voracidad del gobierno K
necesita ir por más.
El diario
español ABC en un artículo muy crítico del 20/2/2012 tildó a Cristina de "reina
autoritaria", y lo avala señalando que la presidente argentina "a
la Casa Rosada la regentea como si fuera su abultado patrimonio".
Quizás por
este afán de considerar lo público como propio, los Kirchner, han tenido
siempre la manía de vigilar todo. Lástima que el mismo afán la presidente no lo
tenga para atender la enorme y acuciante inseguridad; la diezmada salud y
educación pública; la descomunal corrupción; el tráfico de drogas; la
apabullante inflación; la búsqueda del diálogo ausente; el nombramiento de
funcionario capaces y no lacayos; el respeto a los medios críticos; honrar la
certidumbre institucional clave para la seguridad jurídica y la llegada de
inversiones productivas; combatir la pobreza e indigencia sin servirse de ella
desparramando subsidios compra votos.
Si Cristina
alcanzara la atención de estos temas esenciales su trabajo de encontrar al
‘enemigo’ y descalificarlo no existiría, y cosecharía en tiempos
tormentosos más ayudas y de mejor calidad que de las que hoy tiene.
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