lunes, 24 de septiembre de 2012

Cristina pretende controlar todo, menos lo esencial


Pareciera ha pasado mucho tiempo desde Cristina ganó las elecciones presidenciales con el 54% y reasumió la presidencia, pero ni siquiera se han consumido los famosos primeros 100 días de gobierno. El país se debate entre el relato y la realidad.





 
por JORGE HÉCTOR SANTOS 22/02/2012

Twitter: @santosjorgeh
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Web: santosjorgeh.blogspot.com.ar

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). De aquél 10/12/2011 en que Cristina Fernández se hizo cargo de su 2do. mandato presidencial han pasado escasos 73 días. Tiempo agitado y tormentoso por cierto que avizora una duro ajuste que se vivirá a pleno en marzo y abril próximo. Esa nefasta palabra para un gobierno que se tilda de progresista, nacional y popular, no existe como tantas otras en el léxico. En este caso ha sido reemplazada por ‘sintonía fina’; así como la impiadosa inflación por ‘reacomodamiento de precios’. 

El país está partido entre la realidad y el ‘relato’. Este último está instaurado y articulado para que el monopolio informativo oficial instale una versión de los hechos que no se corresponde con la verdad. 

De aquella argentina blindada frente a la crisis internacional y mimada por el viento de cola durante años, se ha llegado a esta donde la realidad de la mala gestión del Ejecutivo Nacional muestra a las claras que la mano de Dios jugó a su favor, al igual que la existencia una oposición inconsistente y fragmentada. 

Las penurias que se presentarán en escena los próximos días con mucha intensidad enrarecerán el clima social y se topará con una administración que desnudará su fragilidad para comandar una nave que deberá transitar rebeldes y gigantescas olas.  

Si el piloto de esa tormenta en altamar es Guillermo Moreno no solo delata la escasez de recursos con que la gobernante cuenta sino lo arcaico de los instrumentos de los que dispone y en los que se respalda y confía la comandante. 

Odio, rencor, venganza, falta de diálogo, amistades devenidas en enemigos desestabilizadores, leales puestos en la vereda de enfrente de la noche a la mañana e inimaginables e improvisados asesores por cuestiones de familia pueden ser buenos recursos para montar una ficción televisiva de alto rating; pero no para llevar a buen destino un país por una administración aferrada a un ‘modelo’ que radica en la acumulación de poder en una sola persona. 

Cortinas de humo 

El silencio a veces interrumpido con aclaraciones que oscurecen aún más el clima enrarecido con que se desenvuelve impunemente el Ejecutivo se apoderó de hechos de extrema gravedad todos hermanados con el potencial robo de dineros públicos, la maldita corrupción. En este marco caben desde el Shoklendergate hasta el Boudougate. 

En similar exposición cuelgan de las paredes de la muestra, en diferentes o similares categorías, las operaciones constantes para destruir el poder de Daniel Scioli; el insólito desconocimiento de la ministra de Seguridad de las operaciones de inteligencia que se llevaban a cabo en Gendarmería; la represión violenta a poblaciones argentinas que salen a defender su vida frente a espurios intereses que protegen una práctica minera que las amenaza; la tierra de nadie en que se ha convertido la CABA para que el delito avance en terreno de del potencial contrincante, Mauricio Macri, en el hoy impredecible y lejano 2015. 

Los sucesos y las cortinas de humo, con los que se quieren constantemente disimular muchos de ellos, son tantos que muy distantes y casi como una anécdota ha quedado el voto no positivo del ex vicepresidente Julio Cobos, frente a los actos de supuesta malversación de recursos públicos que envuelven a su reemplazante, Amado Boudou, el elegido por Cristina Fernández. 

Con otro propósito pero con similar desatino que las tareas que por encargo presidencial le fueron encomendadas al vicegobernador de la provincia de Buenos Aires, Gabriel Mariotto, quien debe imponerle al gobernador, Scioli, cambios a su política de seguridad; acotándole la influencia de la policía del estratégico distrito electoral, mediante la creación de la policía judicial; así como avanzar sobre la Justicia, desdoblando la Procuración General de la Suprema Corte, con el objeto de dividir la acción de los fiscales y el trabajo de los defensores oficiales. 

Como si esto no alcanzara, Mariotto, el funcionario afín a la presidente y a La Cámpora, enemigo declarado de Grupo Clarín y aplaudidor público de los discursos de Hebe de Bonafini, llegó a crear su propia agencia de noticias, Agencia Periodística de Buenos Aires (AgePeBA), la cual depende de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata. 

Obviamente esta oficina periodística funciona para destacar la actividad de su mentor, el embajador de Cristina, y para señalar las diferencias con el ex motonauta. 

Nadie puede oponerse a la afirmación que Cristina Fernández viuda de Kirchner quiere controlar todo. 

A tal extremo llega esta obsesión de la 1era. magistrada que la agencia de colocaciones creada y dirigida por su hijo Máximo, La Cámpora, ahora también alcanzó el control de la multimillonaria publicidad oficial en diarios, revistas, radios y canales de televisión de todo el país, la cual en 2011 llegó a $ 1.490 millones. 

De esa preocupación presidencial no escapa el cerrojo para comprar moneda extranjera, las prohibiciones o limitaciones de importaciones y tantas otras medidas que han convertido al país en uno de los más criticados por la implementación de las mismas. 

Es que las necesidades financieras producto del excesivo gasto público son tantas que aún cuando en 2011 el gobierno nacional recaudó $ 540.000 millones más lo ingresado por las provincias y municipios y si bien esa voluminosa cifra es 10 veces más alta que 10 años atrás (en términos nominales) la voracidad del gobierno K necesita ir por más. 

El diario español ABC en un artículo muy crítico del 20/2/2012 tildó a Cristina de "reina autoritaria", y lo avala señalando que la presidente argentina "a la Casa Rosada la regentea como si fuera su abultado patrimonio". 

Quizás por este afán de considerar lo público como propio, los Kirchner, han tenido siempre la manía de vigilar todo. Lástima que el mismo afán la presidente no lo tenga para atender la enorme y acuciante inseguridad; la diezmada salud y educación pública; la descomunal corrupción; el tráfico de drogas; la apabullante inflación; la búsqueda del diálogo ausente; el nombramiento de funcionario capaces y no lacayos; el respeto a los medios críticos; honrar la certidumbre institucional clave para la seguridad jurídica y la llegada de inversiones productivas; combatir la pobreza e indigencia sin servirse de ella desparramando subsidios compra votos.  

Si Cristina alcanzara la atención de estos temas esenciales su trabajo de encontrar al ‘enemigo’ y descalificarlo no existiría, y cosecharía en tiempos tormentosos más ayudas y de mejor calidad que de las que hoy tiene.

 
 

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