domingo, 23 de septiembre de 2012

Bicentenario-nuevo DNU: Cambio de nombre Santa Cruz por Argentina


Si en medio de los festejos del Bicentenario los argentinos se despiertan un día con el anuncio por cadena nacional de que la presidente virtual Cristina Kirchner ha firmado un nuevo DNU por el cual decide cambiar el nombre del país Argentina por el de Santa Cruz nadie se sorprendería. Diversos propósitos se habrían cumplido. El inmenso país se habría vuelto tan pequeño como la provincia homónima cosa que respondería a la realidad. Los señores feudales serían los mismos y, demostrando la ascendencia “usurera” de sus familiares la nueva Nación no reconocería el pasivo de la anterior.

 
 
POR JORGE HÉCTOR SANTOS | 08/04/2010 

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Web: santosjorgeh.blogspot.com.ar
 
 

CIUDAD DE BUENSAIRES (Especial para Urgente24). Sumergido en un país con valores subvertidos es difícil percibir cuántas cosas anormales son aceptadas como habituales todos los días. Es por ello que la problemática situación argentina debería ser analizada desde una óptica mucho más vasta que la que se puede hacer desde la visión de los parámetros de la economía o de la complejidad política o social.
Argentina atraviesa una crisis de características inusuales. Los conceptos fundamentales que son respetados para el normal funcionamiento de una sociedad organizada están virtualmente destrozados.
Todo está sujeto a desconfianza. Nada es creíble. Lo que parece cierto termina siendo mentira. La mentira pretende ser instaurada como verdad por las máximas autoridades del país.
Conductas mafiosas son utilizadas a diario. La corrupción está expuesta o sospechada en cuanta acción pública se realiza o pretende llevarse a cabo. Todas las instituciones de la República están bajo la lupa de la duda. Las injurias y descalificaciones son moneda corriente.
La solidaridad fue desplazada por el egoísmo individual del sálvese quien pueda. Salir a la calle resulta un riesgo de volver sin vida sin que autoridad alguna haga algo para evitarlo. La miseria convive con la riqueza en proporciones de desigualdad casi imposibles de poder revertir.  La educación se degradó en todos los niveles. La salud pública es una dádiva a la que con suerte se puede acceder para la gran mayoría.  
La inseguridad es una sensación. La inflación es una reacomodación de precios. Las palabras apropiadas son reemplazadas con el despiadado pretexto de disimular lo evidente. Los funcionarios mienten o se enriquecen sin que  nadie se sorprenda.
Los derechos humanos son para los muertos de un lado y no de todos. El enfrentamiento es una política de Estado. Los jueces, gobernadores, intendentes son presionados y se inclinan ante sus opresores con el mayor descaro. Un voto en el parlamento se canjea por una suma de dinero, un puesto público mejor o una causa judicial que se archiva.
Los fondos públicos son usados como privados por un matrimonio que gran parte acepta que maneje el país como si fuera un bien propio. 
El miedo se instaló como virus pululando en pleno otoño. La crítica de los modos más perversos  en el ejercicio del poder se silencia ante el temor de ser castigado por un supuesto poder supremo que continúa sojuzgando a una sociedad resignada, indolente o anestesiada.
Lo trucho compite con lo legal de igual a igual. Los derechos de los ciudadanos de bien  fueron confiscados por el propio gobierno que se los concedió a los piqueteros que alimenta con recursos de todos.
Las cortinas de humo se suceden unas a otras para disipar los temas más trascendentes por otros de menor cuantía. Ministros que son alcahuetes  del mandamás salen por los medios para interpretar los argumentos más viles para atacar cuanto cosa o persona en el camino se interponga.
La ley de Medios se ha convertido con la excusa de destruir a Clarín en el arma letal para armar a nivel nacional un multimedios del Estado que establezca qué y de qué la ciudadanía debe enterarse y aceptar como realidad bajo el imperio de los gobernantes a perpetuidad emulando las peores prácticas de los mandatarios de facto.
Las arteras trampas traban desde el Ejecutivo la acción del Congreso sobrevolando sobre el área del Legislativo el deleznable pero cotidiano tufillo de la corruptela y del hampa de guante blanco. 
Desde los medios públicos se ignora la vida republicana utilizando el fútbol para entretener a las masas que de sus bolsillos pagan un llamado deporte para todos que les cuesta ingentes sumas de dineros públicos.
La TV oficialista durante el extenso espacio que ocupa en su programación la televisación de los encuentros del deshonesto negocio de la AFA & Cía. se la utiliza para bombardear con obras públicas de dudosa realización y marchas organizadas desde el propio gobierno para apretar a la justicia que impide con sus fallos adversos la puesta en vigencia de la Ley de Medios.
El ser humano se va acostumbrando a todo, lo bueno y lo malo. Lo peor de los hábitos antidemocráticos deambulan como habitantes usuales de un país anómalo.
Ese era el escenario que crearon los Kirchner en Santa Cruz para eternizarse en el poder provincial. Hace 7 años lo viene pergeñando sin pudor e instalándolo a nivel nacional.
Quién entonces podría extrañarse que aprovechando los festejos del Bicentenario la presidente virtual, “más maltratada por la prensa y la oposición por una cuestión de género”, sorprenda por cadena nacional ya no al pueblo de la patria sino al mundo entero informando que a través de la firma de un nuevo DNU ha decidido cambiar el nombre de Argentina por el de Santa Cruz.
Si fuera así, el objetivo del matrimonio tiránico estaría cumplido. 
El inmenso país se habría vuelto tan pequeño como la provincia homónima cosa que respondería a la realidad.
Los señores feudales serían los mismos.
Y, además, demostrando la ascendencia “usurera” de los familiares de Néstor la nueva Nación no reconocería el pasivo de la anterior.

 

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