domingo, 23 de septiembre de 2012

Argentina, en pleno invierno, es un país caribeño


En días de frío, tormentas y vientos precipitan la impresión que el arrasador huracán ‘Cristina’ terminará siendo una tormenta tropical más, como tantas otras montadas por un gobierno que crea realidades ficticias que el pueblo no compra, desprecia y castiga en consecuencia.




 

por JORGE HÉCTOR SANTOS 02/08/2011


Twitter: @santosjorgeh
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Web: santosjorgeh.blogspot.com.ar
 

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Un ciclón tropical es un sistema de tormentas caracterizado por una circulación cerrada alrededor de un centro de baja presión y que produce fuertes vientos y abundante lluvia. Los ciclones tropicales dependiendo de su fuerza y localización pueden ser entre otras formas un huracán o una tormenta.

El ciclón tropical es típico de las regiones tropicales del planeta y produce vientos, olas extremadamente grandes y fuertes, tornados y lluvias torrenciales. Sus efectos en poblaciones y embarcaciones pueden ser catastróficos. 

La temporada de huracanes en el Atlántico, Caribe y Golfo de México comienza el 01/06 de cada año, debido al calentamiento del agua durante el verano, y se extiende hasta el 30/11. 

Lejos de las posibilidades de que esto suceda en las costas argentinas y mucho menos en épocas invernales como las actuales donde los fríos días se vienen prolongando, un huracán llamado Cristina se venía anunciando iba a soplar casi inexorablemente en todos los distritos electorales del país en el lapso en que este fenómeno se da en las áreas que se describieron arriba. 

El pomposo huracán Cristina no solo tenía nombre sino que también gozaba de eslogan el que daba por descontado que el fenómeno meteorológico/ político iba a ganar sí o sí arrasando en cada uno de los comicios. 

Hasta aquí, el huracán entró en tierra convertido en tan solo una lluvia tropical suave en pocas provincias con incidencia menor en los números grandes y ni siquiera descargó ni una suave llovizna en los centros poblaciones de mayor impacto nacional, más allá de la estratégica provincia de Buenos Aires. 

Un medido aire de satisfacción individual y colectivo existe en las poblaciones donde los votantes resolvieron demostrar con su sufragio que el huracán era un cuento más de los tantos que ha montado el matrimonio feudal instalado en la Rosada hace más de 8 años. 

La bronca que acumula la Presidente es indisimulable, en especial por ser ella dueña de un caudaloso patrimonio de soberbia, rencor, animosidad y de una manera de ejercicio del poder que solo reconoce a quienes le acercan triunfos y actitud subordinada -cual paje- a sus pensamientos, decisiones, caprichos y formas. Los que no se someten a sus designios pueden ir de desestabilizadores hasta enemigos, a quienes solo les corresponde el destierro o la pelea a muerte. 

El que ciertamente se ha convertido en forma precipitada en un huracán previsible (alguna vez iba a soplar) pero ciertamente inesperado por la convergencia de factores que lo alimentan es el llamado ‘Kalamidades’. 

Kalamidades’ viene acumulando sumatoria de vientos en contra a lo largo de una gestión gubernamental ineficiente, desprolija y que enloda más de la cuenta de actos sospechados de corrupción a muchos integrantes del poder central. 

En los últimos tiempos quedaron salpicados por hechos de bochornosa mano grosera metida en la caja mayor de fondos públicos las propias alidadas centrales de los Kirchner, las mismísimas Madres de Plaza de Mayo. 

Cómo el gobierno y Hebe de Bonafini podían desconocer que Sergio Schoklender manejaba en forma discrecional cifras multimillonarias de fondos públicos, en beneficio propio y quizás también de algunos otros funcionarios del Ejecutivo y de la Fundación, destinados a viviendas sociales que nunca se hacían.
 
Cómo obviar que obreros de Madres iban a terminar reclamando por sueldos adeudados en las tradicionales rondas de los jueves que se realiza en la plaza frente a la Casa de gobierno. 

Esta causa guarda el sueño de los injustos por estar en manos del juez Norberto Oyarbide, cosa que el escándalo no se precipite antes de las elecciones si es que el caso termina recorriendo el camino de la justicia debida. 

Otro de los puntos que el gobierno podía lucir como meritorio es la composición de la Suprema Corte de Justicia pero justamente el miembro más afín a Cristina, Eugenio Zaffaroni (a quien hasta se mencionó como uno de los posibles acompañantes de la Presidente en el lugar que finalmente ocupa Amado Boudou) reconoció que posee 15 departamentos en el área metropolitana de los que al menos 6 están alquilados y sus inquilinos los utilizan como prostíbulos. 

Otro de los escasos aliados que mantiene el gobierno, Hugo Moyano, no solo está golpeado por la marginación de los gremialistas en las listas armadas por Cristina, sino también por la justicia -complaciente- también en manos de Oyarbide. 

Las 4 muertes en Jujuy integran el grupo de ya 14 personas que perdieron la vida a manos de la represión del gobierno de la Presidente, más un conflicto no resuelto y que cobra una complejidad muy grande porque destapa la abultada deuda social del ‘modelo’ al que hace referencia en forma constante la Presidente. 

Un ‘modelo’ basado en un crecimiento fenomenal de la economía desde 2003 gracias a los extraordinarios precios internacionales de los productos agrícolas, en especial la soja, sumado a un dólar muy barato en el cercano Brasil.
 
Semejante viento a favor no fue aprovechado para disminuir la pobreza en el que viven el 30% de los argentinos y un 20% más que se debate en cómo escapar de caer en ella. 

Desde 2007 con la intervención del INdEC se comenzó a esconder una inflación que sigue trepando y que el gobierno no combate sino que alimenta; la que sumada a los controles de precios; a la política de subsidios; a la reactivación del consumo sin más inversiones; a la enorme expansión monetaria; a la destrucción del stock ganadero, de las reservas de gas y petróleo; a la fuga de capitales; a la pulverización de las reservas del BCRA; al atraso tarifario de servicios públicos fueron armando un coctel explosivo -que quizás el común de la población no perciba por el momento-, al que habrá que enfrentar con los costos políticos y sociales que ello implica.  

Los enormes recursos del erario que se destinan a fines absolutamente electoralistas y de difusión de la realidad cambiada como los que se aplican al mantenimiento del monopolio informativo oficialista (más grande que el que posee el multimedios Clarín pero de escasa penetración) o al Fútbol para Todos, y a tantos otros fines similares son parte de una lista de insensibilidades gubernamentales frente a la grave crisis social que hay que solucionar y que el oficialismo no atiende.
 

En síntesis:
 

El huracán Cristina, en lugar de ser lo que prometía se convirtió hasta aquí en un salvavidas de plomo para sus diferentes candidatos. Su conocido y repetido ‘Cristina ya ganó’ entró en el laberinto de la duda. 

La realidad supera a la ficción montada por el armado cristinista y el voto popular lo recoge hasta aquí, a pesar de las absurdas imputaciones de que los medios como Clarín y La Nación son los culpables de que la gente vote como lo viene haciendo. 

El camino de la reelección dejó de ser un paseo triunfal, más por los despropósitos K que por mérito de los opositores. 

Los negros nubarrones dibujan en el horizonte que nuevos tropiezos formarán parte del repertorio que integra el huracán ‘Kalamidades’. 

El discurso oficial entremezcla idas, vueltas y las prácticas de siempre. El llamado presidencial a Mauricio Macri se contrapuso con el del ministro del Interior, Florencio Randazzo, o la despectiva lectura hecha por Amado Boudou del resultado electoral en la ciudad de Buenos Aires. 

Una oposición mezquina y no a la altura del desafío que el pueblo argentino tiene por delante le agrega zozobra a la conflictividad política, social y económica. 

Hasta aquí el pueblo está dando una lección de madurez frente a una dirigencia que hace gala de una ausencia de requerimientos primordiales para las horas decisivas que se juegan. 

Seguirá el pueblo tratando de poner en caja una democracia que está en deuda con él, y marcando el rumbo del futuro en silencio y en el cuarto oscuro… 

Habrá que esperar; el tiempo que resta para saberlo no es mucho pero es esencial.

 

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