domingo, 23 de septiembre de 2012

Argentina 2009: Hay que destruir al cartero


El cartero es apenas el portador de una noticia, no el que la genera. Sin embargo, en nuestro país, se ha impuesto que la culpa de lo que contiene el 'sobre' la tiene el cartero que lo lleva. No importa la noticia, lo importante es que no se hable de ella. Lo que hay que hacer es maltratar, de cualquier forma a quien la porta, desprestigiarlo de la forma más artera inventando sobre él cualquier mentira. La mentira así primará sobre la verdad que se pretende mostrar. Una costumbre que se ha puesto de moda en la vida diaria de los argentinos y que posterga la realidad hasta que la misma se imponga por la fuerza de los hechos.



 POR JORGE HÉCTOR SANTOS | 19/04/2009 

Twitter: @santosjorgeh
Youtube: youtube.com/user/jorgehectorsantos

Web: santosjorgeh.blogspot.com.ar

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Los últimos años en la vida de los argentinos han resultado siniestros para quien pretenda decir algo que sea adverso a los intereses electorales del gobierno. En el país no importa otro hecho para el gobernante que no sea mantener el triunfo que lo habilite a conservar el poder, de cualquier forma, aún la más inescrupulosa.
Hay que mentir es la consigna.
No importa si la mentira oculta muertes, damnificados o hechos que violen la ley. En la  Argentina no vale la verdad, hay que destruir a quien ose decirla si que esta va en contra de los intereses de los gobernantes y su séquito de lacayos obsecuentes.
Hay que ocultar o acallar la verdad de cualquier forma. Todo vale. Vale la difamación, vale la calumnia, vale todo aquello que pueda descalificar a quien diga algo que se parezca a la verdad y que perjudique al poderoso señor que ejerce el poder que los argentinos le dieron, casi conscientemente, votando a su esposa.
La mentira subió a escena para desplazar la verdad que hasta el más desprevenido de los argentinos conoce, aunque no quiera decirlo, porque no le conviene a sus intereses personales.
Hay algunos que se benefician con la mentira. El pueblo, en cambio, pierde. Ahora o más tarde pero pierde.
La lista de mentiras que nos rodean sería extensa de enumerar pero basta con algunos ejemplos para recapitular la falsedad en la que vivimos:
> La inseguridad es una sensación que apaga, todos los días, vidas de personas de cualquier edad y nivel socioeconómico.
> La inflación que se informa es falsa. Todos lo saben pero, la admiten. La verdad los economistas la calculan con cierto basamento técnico y mucho de olfato profesional.
> La pobreza y la indigencia, a partir de los mentirosos índices de inflación, está dibujada. El dibujo de los que tienen hambre está hecho por las mismas personas que tienen la obligación no sólo de informar la verdad sino de remediar la situación en la que se encuentran más de 11 millones de argentinos.
> Los recursos legales para atender calamidades sociales como la declaración de emergencia sanitaria por la epidemia de dengue quedan postergados porque al matrimonio gobernante no le sirve para pretender ganar las elecciones de junio.
> La actividad económica y los índices privados muestran una recesión económica acuciante, mientras el presidente real del país declara lo contrario.
> El nivel de reservas del BCRA no se da a publicidad, cuando esa como toda la información de la gestión oficial es deber de los funcionarios públicos transparentarla. En esos funcionarios está delegada la administración de los dineros del Estado, ese Estado que es de todos los argentinos.
> Las candidaturas testimoniales o virtuales son una mentira de tal calibre que el país se ha convertido en el hazme reír de los países que lo rodean. Del resto del mundo la Argentina desapareció desde la llegada de Néstor Kirchner al poder.
> La corrupción en el gobierno es tan alarmante que ya la mayoría de los habitantes se ha olvidado y aún perdonado, por comparación, a quienes fueron corruptos antes.
> El periodismo que denuncia corrupción o discrepa con actos de gobierno, que es poco, es denigrado y acusado de golpista.
> El gobierno habla del diálogo como requisito inherente a la democracia cuando, en realidad, es el mismo gobierno el que no dialoga con nadie que discrepe con los deseos  de Néstor Kirchner.
La enumeración de algunas de las tantas mentiras en las que vive el país destroza la credibilidad del mismo, trastorna la vida de sus habitantes, esconde verdades que más temprano que tarde se deberán afrontar a costos muy altos, deteriora el tejido social, posterga la solución de problemas que se viven acumulando y lesionan aún más los valores éticos y morales de una sociedad que está empachada de odios y rencores alimentados por el propio gobierno.
Cuando se tiene oportunidad de leer el foro de lectores de cualquier medio se puede comprobar el grado de impunidad, de falsedad, de agresión y de calumnias de las que se ha contagiado el argentino en los últimos años. Todo esto asociado con la destrucción de la educación que se viene dando hace mucho más tiempo.
La tarea de reparación de la sociedad que integran los argentinos es por hoy uno de los desafíos más grande que tendrá el gobernante que suceda a la época K.
Ese futuro gobernante tendrá que desterrar la mentira instalada en todos los niveles para que pueda vivir el cartero. Si el cartero no es destruido se albergarán las esperanzas de una mejoría lenta, pero mejoría al fin, para todos los argentinos.

 

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