por JORGE
HÉCTOR SANTOS 03/07/2011
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Web: santosjorgeh.blogspot.com.ar
CIUDAD DE
BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Que el clientelismo político,
los peronistas –o cómo se llamen aquellos que invocando a un líder desaparecido
hace años gozan del poder en el país- lo logren sobre las capas sociales más
careciadas de la población es una realidad -desleznable, corrupta-, pero es
el resultado de una existencia desgraciada que viene como herencia del propio
Juan Domingo Perón.
Sí, cabe
resaltar que a esta clientela electoral, el autoritario desaparecido, Néstor
Kirchner, y su marketinera viuda, la reina Cristina, la han elevado y lo siguen
haciendo a niveles pocas veces visto con planes de subsidios para todos los
gustos.
Vale decir
que buena parte de los votantes del país llevan a la urna la boleta del
oficialismo que los compra, que los denigra; aunque para que exista un
comprador debe existir un vendedor de su propia honra.
A la hora de
evaluar tan indigna conducta, los más necesitados tienen atenuantes; por un
lado su extrema necesidad y por el otro que a muchos de ellos les falta también
algo, tan esencial, como es la educación.
Pero este
clientelismo no es el único.
Existe
desgraciadamente también una gran parte de la población que a la hora de votar,
y teniendo poder de discriminación y educación suficiente para poder analizar
el país en qué viven y el que heredarán sus hijos, votan de acuerdo a las
conveniencias del bolsillo.
El mejor
testimonio de este en la historia reciente es el famoso cacerolazo que
movilizó como nunca a la población en épocas del corralito.
Si el
saquillo prevalece sobre todos los otros valores esenciales sobre los que se
debe desenvolver la sociedad, no es extraño que la misma se encuentre sumergida
en la crisis de valores más grande de su historia.
Sin dudas
este es uno de los factores determinantes que imposibilita el despegue de un
país con un potencial enorme pero desperdiciado por el voto ciertamente abyecto
y pseudo clientelar de una enorme mayoría que parece ajena pero es muy
responsable de la decadencia nacional.
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