viernes, 2 de noviembre de 2012

Pos-Néstor: Interrogantes e incertidumbres que abundan

La República renueva su vieja costumbre de vivir etapas de desasosiego. Si hasta aquí la sociedad estaba crispada por las formas del mandamás desaparecido, nada hace presagiar que la desaparición de Néstor Kirchner esa situación cambie. Por el contrario, los 1eros. síntomas de los que va a venir no son apaciguadores del clima crispado en que está inserta la sociedad. A todos los problemas que se acumulaban por falta de reconocimiento y por ende de gestión se le suma la administración de un poder concentrado en una sola persona, sin herederos capaces de repartirse y asistir –sin luchas e inexperiencia de por medio- una gestión, la de Cristina, que recién ahora, después de 3 años, podrá ser medida en soledad.

 
 
 
 
 
JORGE HÉCTOR SANTOS | 31/10/2010 |
Twitter: @santosjorgeh
Web: santosjorgeh.blogspot.com.ar
Youtube: JorgeHectorSantos
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Joaquín Morales Solá, relató en su nota de opinión en La Nación, el 28/10, con el título “Jamás dejó el poder” (obviamente refiriéndose a Néstor Kirchner) lo siguiente que incluye una anécdota que el periodista vivió frente al extinto ex Presidente, diciendo:   

“(…) Todo giraba en torno de él, bajo su presidencia o cuando la jefatura del Estado la ejercía su esposa. Su estilo de gobierno convertía a los ministros en meros conserjes sin decisión propia. Desde que se aferró al poder, fue, al mismo tiempo, gobernador de cualquier provincia, intendente de cualquier municipio del conurbano, ministro de Economía, jefe de los servicios de inteligencia, ministro de Obras y de Defensa, canciller y productor de los programas televisivos que lo adulaban (…)

Fue, también, más que eso. Hasta marzo de este año, cuando cambió la relación de fuerzas parlamentaria, ejerció de hecho la titularidad del Poder Ejecutivo y del Legislativo, fue el jefe fáctico de los bloques oficialistas y titular de las 2 cámaras del Congreso. De alguna manera, se hizo al mismo tiempo de la dirección de una porción no menor del Poder Judicial, con la excepción de la Corte Suprema. Siempre cargaba bajo el brazo una carpeta con la información última sobre la marcha del Estado; esos datos no eran a veces certeros y, muchas veces, sobresalían más por el error que por el acierto. Su objetivo no era la verdad, sino colocarla a ésta en la dirección en que estaba su sillón.

Hace algunos años, cuando él era presidente, luego de una de las muchísimas veces que vapuleó a este periodista en la fogata de sus atriles, nos reunimos para tomar un café en la Casa de Gobierno. Se produjo este diálogo que lo pinta de cuerpo entero.

-Usted sabe que lo que me imputó es absolutamente falso, le dije.

-Sí. Pero usted quiere que otro Presidente ocupe este despacho, me respondió.

-¿No cree que estamos hablando de dos cosas distintas?, le pregunté.

-No, me contestó, y pasó de inmediato a hablar de otro tema”.

En resumen más allá del suceso relatado por Morales Solá, se desprende una clara forma de concebir la política de Néstor Kirchner:
La mentira, si le era propicia a sus intereses, era utilizada contra cualquier enemigo y por qué no contra aquellos a quienes, en alguna proporción, representaba o, mejor dicho, acaudillaba como consecuencia de la fragilidad educacional y de bolsillo de esa gente, para lograr su develo más añorado: seguir en el ejercicio del poder (una ilusión perenne, en verdad).
Asimismo, la  concentración de todo o casi todo el poder estaba o pasaba por él. No es extraño, entonces, que su viuda asuma el poder recién pasados 3 años de su mandato. Ella ejercía la Presidencia formal. Néstor manejaba todo, rodeado de genuflexos colaboradores que debían someterse sin chistar a sus instrucciones porque, caso contrario, pasaban a integrar el listado de enemigos.
De esos colaboradores está rodeada Cristina, muchos de ellos incompetentes que ahora se quedaron sin tutor, y que se verá en qué medida la respetan a ella -o le son útiles- para tratar de disimular la ausencia del Jefe.
Un artículo periodístico de la prensa alemana afirmó, cuando Cristina visitó el país germano, que los Kirchner gestionaban como una empresa de familia a la Argentina. En una empresa de esas características, desaparecido su fundador se produce un hueco difícil de llenar. Muchos libros se han escrito respecto de ese tipo de organizaciones que desaparecen, antes o después, luego del fallecimiento de quien la gestó.
Los primeros síntomas, ocurridos mientras el féretro cerrado de Kirchner yacía en la Casa Rosada, son sombríos pero coinciden con la posibilidad cierta que, desaparecido el fundador, su esposa e hijos profundicen la enemistad de aquél con los que integraban la lista de sus enemigos.
La decisión de llevar adelante el velatorio en la Casa de Gobierno, profundizó la animosidad que distancia al Ejecutivo con su vicepresidente y con la oposición.  Por otro lado, la exclusión de los ex presidentes en el velatorio y la decisión de no saludar a los ministros de la Corte Suprema son escenas que preocupan de la nueva orientación.
El féretro de Kirchner, más allá de la lectura directa que supone su velatorio, expone el empleo -por parte de los obsecuentes que rodean a Cristina-  del dolor que provoca la muerte (de un poderoso en los momentos iniciales de su desaparición) para promover una mejora de la imagen gubernamental apuntando a las elecciones presidenciales de 2011.
Los espacios televisivos de la TV pública y de los demás canales pretendieron mostrar -producto del tratamiento post mortem de la imagen del diputado y cabeza de la UNASUR-  a un estadista cuando es una definición que, con todo el respeto que Kirchner se merece, le queda grande a él (como a cualquiera que se le aplique en la generación presente de líderes políticos domésticos).
Cristina, con o sin su consentimiento, tiene a un canciller- con perdón de la palabra-, Héctor Timerman, que mientras se llevaban a cabo los funerales del jefe de Estado real, escribía en Twitter, que  la reciente viuda –quien aún deberá dar pruebas de que puede administrar el Ejecutivo Nacional-  será la candidata del kirchnerismo para las elecciones nacionales de 2011...
Los interrogantes y las incertidumbres sobresalen y abundan por todos lados. Cristina, hasta aquí, dio pequeñas señales de querer acentuar un perfil hacia la izquierda, siguiendo con la costumbre de los Kirchner de confrontar con todos o casi todos.
¿Quién manejará en ese contexto la economía impregnada de una inflación que crece y que si no merma el poder de Hugo Moyano puede seguir creciendo? Néstor era el verdadero ministro de Economía (y la inflación ya se le iba de las manos...) mientras Amado Boudou mantiene su disputa con Mercedes Marcó del Pont (la presidente del Banco Central) y Guillermo Moreno sigue inamovible pese a que los precios se le disparan. 
El jefe de Gabinete Aníbal Fernández, envió  un mensaje contundente para desvanecer cualquier expectativa de cambio en la gestión de Cristina:
>“La Presidenta es la mejor, por lejos, y profundizará más el modelo”.
Aníbal F. aplacó las ansias de un cambio anhelado por quienes, por ejemplo, provocaron un incremento considerable en la cotización de las acciones del Grupo Clarín, el enemigo mediático de Néstor.
Muchos coinciden en reconocerle varios logros a Néstor Kirchner en los 7 años en que se consolidó como el pez gordo del poder nacional:
> Fragmentar a la sociedad para alimentar su propio poder.
> Mirar hasta el hartazgo un pasado que resta energías para imaginar un futuro diferente.
> Especular con el odio a quien no compartía sus formas.
Hoy día, su esposa parece más próxima a continuar con esos logros que a dar un giro.
El país camina hacia un período de gran inquietud, mucho más que lo ocurrido hasta aquí.

 

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